Desafortunado navegante a la deriva\\ Pirata mañoso de mirada esquiva\\ Surcaba las mares empuñando una botella\\ Solo él sabía el mensaje en ella\\ Hábil manejador de la redes\\ Virtuoso en charlatanería de las tardes\\ Esta vez solo un tímido hola\\ Una intención vana y sola\\ Volverle a hablar a aquella sirena\\ No había mas excusa ni pena\\ El soleado día cada vez caluroso\\ Hacia de su travesía algo azaroso\\ En el horizonte logro divisarla\\ Y de inmediato la labor de alcanzarla\\ Ella hermosa danzaba por los mares\\ Unos ojos espectaculares\\ Esa piel de plata fina\\ Y la siempre sonrisa divina\\ Y entonces la femina\\ Comenzó a cantar su letra ladina\\ Aquel canto hipnotizante\\ Que volvía loco al navegante\\ Y fue ahí cuando el desdichado\\ Sintio algo horrible, un recuerdo\\ Aquella danzante divinidad\\ En realidad era la pura fealdad\\ Le volvería a enamorar\\ Para en sus trampas hacerlo encallar\\ Esas canciones armoniosas\\ Se convertirían en latanias lastimosas\\ Que estupido se sentia\\ Nuevo rumbo, la lejanía\\ A veces los recuerdos de la dicha\\ Eclipsan las malas experiencias y desdicha\\ Se volvió a prometer\\ Que ese error no iba a volver a cometer\\ Aunque esta fuera la octava vez\\ Y pensó: abandono esta estupidez\\ Lo cierto es que ese día algo olvido\\ Pero jamas tuvo aquel recuerdo\\ No fue aquella botella maldita\\ Y es mejor que quede incógnita\\ Jamas necesito a alguien amar\\ Poca importancia a esa cosa le ha de dar